viernes, 12 de febrero de 2010

Manuel Groso (sic) y su taller de cerrajería

Comienzo una nueva serie, otra vez de facturas puras y duras. En esta historia de Sevilla a través de imágenes olvidadas, y, por qué no, menospreciadas también, vuelvo a esas facturas que me permiten indagar y mostrar aspectos inéditos o poco conocidos de la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX, cuando en ella se asentaron los Duques de Montpensier. A través de los documentos conservados en su Archivo, y teniendo como soporte este instrumento digital, intento presentar esa historia, fundamentalmente visual, con el objetivo de dar a conocer aspectos desconocidos e invitar a los que puedan estar interesados en profundizar en esos temas.

Esta serie que inicio ahora se la voy a dedicar a los fundadores de la saga de los Grosso, que cuenta con tantos nombres insignes para nuestra ciudad. Desde el primer momento me llamó la atención la asiduidad con que encontraba facturas y documentos procedentes de este empresario llamado Manuel Grosso. Desde el asentamiento inicial de los Duques en Sevilla hasta incluso después de que la familia Orleans-Borbón hubiera abandonado la ciudad. Seguramente superan el millar los documentos existentes en el Archivo, pero no sólo de facturas, sino de proyectos y dibujos de sus trabajos, que dejan constancia de una labor técnica y, también, artística muy importante, que, a mi parecer, no ha sido suficientemente estudiada. Por eso decía al principio que es una invitación a profundizar en este tema porque el material virgen existente en el Archivo es muy interesante y merecedor de un estudio adecuado.

Pero lo que me sorprendió, aunque tardé tiempo en darme cuenta, es que existían dos firmas empresariales, una como Groso y otra como Grosso. Suenan igual pero esa pequeña diferencia en la escritura podía significar mucho. Tanto que, incluso después de advertirlo, pensé que podía haber sido un error en la impresión de una factura y que el empresario no se molestaría en devolverlas. Algo así como lo que creo le pasó a Dª Letizia, con la "c" de su nombre. No sería la primera vez tampoco.

Sólo que al reunir toda la documentación disponible en el Archivo esa explicación no era muy creible. Había una separación clara en el tiempo (Groso hasta 1870, y desde entonces Grosso) y, sobre todo, en el carácter de la empresa para echar mano del azar en ese cambio de nombre. Más lógico era un relevo generacional de padre a hijo para explicar esa dualidad de firmas.

Así que voy a presentar la documentación de que dispongo y a justificar mis deducciones. Comienzo con las facturas manuscritas de los primeros tiempos de asentamiento de los Duques de Montpensier en Sevilla, cuando ya habían adquirido el viejo caserón de San Telmo y se disponen a adaptarlo a su nueva función palaciega. Entre ese tropel de profesionales y empresarios que trabajan para los Duques uno más es D. Manuel Groso. Posee un taller de cerrajería y realiza numerosos encargos para el Palacio. Su firma aparece en esos primeros documentos, no impresos sino escritos a mano, como éstos que presento. En ellos, no hay duda, de su propia mano escribe "Groso" y de la misma forma, por tanto, más tarde se transcribiría así en sus facturas impresas. No había ningún error, sería únicamente la lógica adaptación fonética de un nombre que sonaba así.

Esta primera factura que ofrezco es del 30 de noviembre de 1849 y la he elegido por ser la primera que tengo registrada de este empresario. Es un largo listado de arreglos que ha ejecutado en el palacio de San Telmo, en los primeros momentos de adecuación de aquel viejo edificio a las nuevas funciones que sus recientes propietarios le querían dar. Es un pliego de papel, doblado por la mitad en cuatro caras. Presento aquí a la derecha la primera cara del pliego donde está el encabezamiento de la factura.


Y ésta es la última cara del pliego, donde está la firma del Sr. Groso.



Esta segunda factura corresponde al arreglo e instalación de la verja del Palacio, del 31 de agosto de 1850, y la traigo por su valor simbólico.



En el Archivo están también, por ejemplo, los dibujos para las garitas del servicio de guardia del citado recinto, encargadas al Sr. Groso. En el libro de la Fundación Focus La Sevilla de los Montpensier ya fueron publicados, y a él, por tanto, me remito.

martes, 9 de febrero de 2010

Manuel Groso y su primera factura impresa

Al igual que hemos visto con otros profesionales que trabajan para los Duques de Montpensier, D. Manuel Groso sigue el mismo proceso. Primero utiliza facturas sin impresión previa. Simples papeles en los que se describe el servicio prestado y su importe. Pasados varios años, en este caso concreto algo más que en otros empresarios, comienza a presentar facturas impresas. La primera que tengo registrada es ésta de 1858.



Como puede verse es muy sencilla. Una labor de imprenta, de adornos caligráficos y unos remates de pequeños jarrones, para decorar "Taller de Cerrajería", y la calle Aromo, nº 1, en San Pablo. A diferencia de las facturas de las Fundiciones (ver entradas anteriores dedicadas a Bonaplata o a White) las de los cerrajeros, guarnicioneros y hojalateros son muy sencillas. Seguramente tienen una categoría empresarial y social inferior y no aspiran a vender ningún producto sino a prestar un servicio. Pienso que por este motivo tienen más una mentalidad de artesanos que de empresarios y no especulan con sorprender con sus facturas.

Buen ejemplo de lo que digo es la factura de Groso. Un simple nombre genérico, Taller de Cerrajeria, sin título específico, y el domicilio. Sólo conocemos el propietario porque es al que se le debe el importe. No hay una "marca" o nombre reconocible ni un diseño destacable, que se pueda fijar en la memoria.

Por cierto que me ha costado trabajo ubicar exactamente la calle Aromo porque no me salía en ningún callejero. Al final la he localizado en el Plano de Sevilla de 1868. Es una estrecha calle entre San Pablo y Moratín, a la altura de la calle Bailén.

Una variante de esta factura es la que presento ahora. Es exactamente igual y sólo cambia en que tiene un único jarrón, en vez de los tres de la anterior. Algunos de los adornos caligráficos pueden tener cierta variación, pero sin más relevancia. La verdad es que no encuentro una explicación a esta dualidad de facturas, pero desde luego la primera fue la más utilizada tanto por su cantidad como por la dilatación de su uso en el tiempo, puesto que hay facturas de ese modelo fechadas hasta 1868.



Para ver el contraste con una factura de una Fundición, he traído ésta de la "Fundición de Hierro de los Descalzos", de D. José Duarte, de 1857. Otro sistema de impresión y un título de "marca" en el que une el nombre genérico con el domicilio en letras bien grandes.



Pero no la presento sólo por esta única razón. En otra entrada vamos a ver la importantísima relación que va a tener con la carrera empresarial de D. Manuel Groso.

lunes, 8 de febrero de 2010

Manuel Groso y su primera factura con medalla

Estoy interpretando el lenguaje de las facturas porque carezco de información sobre este tema de las fundiciones y cerrajerías de Sevilla. Pero comparando ésta de Groso con las otras facturas del gremio de cerrajeros, guarnicioneros y hojalateros de su tiempo, me sorprende la posesión de una medalla otorgada en la Exposición de Sevilla de 1858. Es el único que la va a ostentar, algo que deduzco fue producto de un salto cualitativo en su carrera profesional.



Es sólo este detalle lo que cambia aparentemente, en esta factura de 31 de 0ctubre de 1862, porque todo lo demás es igual: nombre genérico (Taller de Cerrajería) y domicilio, como en la anterior factura. Pero la sintaxis, o el porte o el estilo, no se exactamente definir lo que es, ha cambiado radicalmente, sobre todo comparándolo con las facturas de los de su rama profesional. Las letras son más grandes, el rótulo se curva, el nombre del propietario se destaca ahora más, con unos tipos mayores.

Todo esto podrían ser puras disquisiciones sin sentido, pero por la lectura de las siguientes facturas puedo decir con seguridad que D. Manuel Groso (con su hijo, quien va a ser fundamental en este proceso) está iniciando una aventura empresarial nueva.

Pero llegado a este punto había algo que me hacía dudar. El problema era si ese hijo, que aparecerá en la factura de la entrada siguiente sólo como "Groso e hijo", tendría algo que ver con el cambio Groso/Grosso. Si no me aseguraba podía estar montando una hipótesis en falso.

Para resolverlo me dediqué a comprobar las firmas de las facturas para ver si en alguna de ellas aparecía la del hijo. Recuerdo que en las de D. Ramón Piñal me fue de mucha ayuda ver la del hijo que añadía el segundo apellido "y Alba", para distinguir la suya de la de su padre.

Aunque no soy grafólogo si creo que la prueba que voy a presentar es sólida. Todas las facturas están firmadas por el padre, como es lógico, de la forma que presento. He elegido esta muestra del verano de 1857, en concreto del 31 de julio:



Pero en la siguiente factura del 29 de agosto del mismo verano quien firma lo hace de esta forma:



Ya he dicho que no soy especialista en grafología, pero las rúbricas son muy diferentes y, sobre todo, en la segunda se escribe el apellido con dos "s". Me parece que es concluyente: esta firma es la del hijo que, a diferencia del padre, escribe su apellido como "Grosso".

domingo, 7 de febrero de 2010

Groso (e hijo) y su asociación con José Duarte

Esta factura (30 de abril de 1863) es la prueba de esa nueva aventura empresarial de D. Manuel Groso. El salto del Taller de Cerrajería a la Fundición de Hierro, fusionándose con D. José Duarte, de quien hemos conocido su factura. Y además ahora aparece su hijo (al que ya hemos visto firmar como Manuel Grosso) que, sospecho, es el cerebro gris de la operación.



En esta fusión Groso lleva su medalla (obtenida en la Exposición de Sevilla, de 1858), título de distinción empresarial, que Duarte no puede aportar. Podría ser la clave, porque en el Archivo he encontrado este presupuesto presentado por el segundo, el 19 de enero del mismo año, y fíjense en el detalle de la moneda de la izquierda. Falta el nombre. Imagino que las negociaciones serían duras para conseguir rellenar ese vacío.



En estas negociaciones D. Manuel Groso a cambio de aceptar el nombre de la empresa de D. José Duarte (Fundición de Hierro de los Descalzos) consigue que su nombre, y el de su hijo (los dos), vayan delante del de éste último, que su medalla quede bien destacada y, por último, que el diseño de la factura no recuerde el de la antigua Fundición (vease una entrada anterior y el modelo que en ésta debió proponer D. José Duarte) sino mas bien el del Taller de Cerrajería. Es una hipótesis, pero la lectura de los distintos diseños de las facturas no creo que deje lugar a dudas. Desde luego debió de jugar fuerte por lo que ya explicaré del futuro de la empresa recien nacida.

Lo que me sorprende es que no he encontrado ninguna referencia sobre esta Fundición en ninguno de los libros que he consultado (ni tampoco en Internet). Ni siquiera en la bibliografía sobre el antiguo convento de los Trinitarios Descalzos, situado en parte del solar de la actual Plaza del Cristo de Burgos, urbanizado por el arquitecto municipal D. Balbino Marrón en 1865.

sábado, 6 de febrero de 2010

Groso: Fundición y Cerrajería.

Y aquí está la prueba del triunfo empresarial de D. Manuel Groso en esta factura de abril de 1865. Sólo dos años después es el propietario de la Fundición y la Cerrajería. Añade además, por si hubiera dudas, en los Descalzos y en San Pablo. Y una nueva medalla, ésta de oro, la de la Exposición de Cádiz, celebrada poco antes (1862), donde, si no recuerdo mal, había realizado la rejería del coro de la Catedral. El proceso de fusión de las empresas de Groso y Duarte ha terminado por convertirse en un proceso de absorción de la Fundición de Hierro de los Descalzos por el primero de los dos.

Es ilustrativo observar cómo el nombre del propietario va siendo cada vez de mayor tamaño en las sucesivas facturas. En ésta las letras tienen relieve incluso. Es todo un símbolo del crecimiento de la empresa.



Para no dejar incompleta esta batalla empresarial, presento ahora al perdedor, D. José Duarte, el reverso de la moneda. Con Aspe va a crear la "Agricultora", situada en la calle Adriano, nº 3. Ignoro la fecha, porque la única factura conservada en el Archivo es ésta del 31 de diciembre de 1869.



Como se puede ver las dos facturas son muy semejantes en cuanto a su morfología. Nombre y domicilio en el centro y medallas a ambos lados. Pero los detalles secundarios las hacen completamente diferentes. La de Groso es muy sencilla frente a la de Aspe-Duarte mucho más barroca. En la del primero su nombre sólo figura como la persona a la que se debe el importe de la factura, de la forma que era tradicional en este tipo de documento. En cambio, en la de los segundos, forma parte del nombre visible de la empresa, en el centro de la viñeta. Y, por último, éstos especifican, debajo de las medallas, el catálogo de productos que ofrecen a los posibles clientes. D. Manuel parece partidario de ese concepto del comercio tradicional del "buen paño en el arca se vende". Con poner "fundición y cerrajería" basta. Para él no es necesario concretar nada más.

Un detalle más, insignificante en apariencia pero que en las próximas facturas va a cambiar inexplicablemente. La palabra "cerrajería" está escrita correctamente en la factura de Groso, como en todas las suyas anteriores, pero Aspe-Duarte la escriben con "g", de la forma que es corriente en todas las facturas de este tipo de empresas, e, incluso, como se escribía, en la época, la propia calle de este nombre de Sevilla.

Pero las facturas no son sólo papeles impresos. Están escritos y ahí palpita la vida. De pronto las facturas mensuales que se enviaban al Palacio de San Telmo dejan de ser firmadas por "Manuel Groso". La última es la del 30 de septiembre de 1865. La siguiente, del 31 de octubre, ya va firmada por "Manuel Grosso" y así las restantes. Puede haber otras razones pero la más lógica es su fallecimiento o una enfermedad que le imposibilitara la dirección de la empresa. Su hijo tomará a partir de entonces las riendas del negocio. Salvo el detalle de la firma no hay ningún otro cambio. Todo sigue igual. Las facturas se expiden con la misma regularidad y puntualidad mensual, siempre el último día de cada mes.

No es de extrañar esta continuidad, sin ningún cambio mas que el de la firma, porque, como ya he demostrado, el hijo ha debido de trabajar codo con codo con el padre y el relevo se produce sin sobresaltos, a pesar de estar en el momento clave de la consolidación del nuevo proyecto empresarial, iniciado sólo unos meses antes. A partir de ahora siempre hablaremos de Grosso. Son los nuevos tiempos y la sustitución generacional lógica de la vida humana.


Para acabar esta entrada quiero contar algo sobre esta factura en concreto. Las de Grosso fueron de las primeras que me llamaron la atención en el Archivo. El nombre me resultaba muy conocido y sus facturas destacaban sobre muchas de su época. Por gusto realicé algunas fotocopias y, más tarde, pruebas con el scaner, para ver si podía hacer algo con ellas. Todavía no tenía la idea de este blog. Un día se las enseñé a un compañero y amigo, M.B.G., que, por cierto, es quien me dio la idea de utilizar este medio y ahora me asesora y ayuda en todo lo relativo al blog. Viendo ésta me dijo "qué raro, Grosso escrito con una sóla letra s". Juro que no me había dado cuenta. Mi idea prefijada de este apellido se había superpuesto siempre a la real cuando estaba escrito sin la doble s. En ese momento caí en el detalle. Pensé primero, como ya he explicado, en un error de imprenta, pero eran muchas y de distintas épocas y ya me decidí a mirar de forma sistemática cada una para buscar una explicación. Entonces comencé a preparar estas entradas sin saberlo.

viernes, 5 de febrero de 2010

Manuel Grosso: Fundición de Hierro

Ahora es el momento en que aparece en primer plano el hijo de D. Manuel Groso, es decir Manuel Grosso, con su propia factura. La primera de la nueva etapa de esta empresa.

Yo se que todo esto puede parecer una historia que me estoy inventando, porque mis únicas pruebas documentales son unas simples e insignificantes facturas. Pero la lectura detenida de la parte impresa de cada una nos ofrece datos muy significativos que, junto con otros datos (por ejemplo, las firmas) me permiten validar mis hipótesis.

En primer lugar, está claro que aparece una nueva generación, de ahí esa doble "ese" para distinguirse del padre. No hay ruptura sino continuidad, pero con su propia personalidad. No tiene sentido que a estas alturas D. Manuel Groso recuperase una forma olvidada de escribir su apellido. Él lo había castellanizado tal y como era pronunciado. Es algo lógico en un proceso de integración de las familias que proceden de la emigración. Lo vemos en muchos otros casos. Pero para el hijo es algo distinto y tiene sentido. Sin necesidad de romper con el padre marca su identidad al recuperar la raíz italiana. Él no necesita ya demostrar su plena integración en la sociedad sevillana y esa doble "ese" lo personaliza y distingue mejor. Además, como hombre de empresa, sabe que en esta nueva aventura un nombre foráneo da una determinada aureola, un caché especial al negocio.

En todo lo demás sólo hay, por lo menos aparentemente, continuidad. Es la coronación de la empresa iniciada por el padre para convertir un tradicional taller de cerrajería en toda una Fundición de Hierro con múltiples servicios. Como ya he advertido en otra entrada el padre debió tener el apoyo del hijo en la arriesgada aventura empresarial iniciada en la asociación con D. José Duarte. La prueba es que en aquella factura ya aparecieron unidos "Groso e hijo". No sería extraño, por otra parte, que el hijo fuera incluso el cerebro gris de esta operación.

Esta continuidad también la vemos perfectamente en la misma factura. La morfología de ésta no ha cambiado en nada con respecto a la última del padre. Los dos juegos de medallas a un lado y otro de los datos esenciales de la empresa. Aunque se haya trasladado el domicilio (Plaza de Armas), se recuerda el antiguo (en los Descalzos), para no dejar lugar a dudas.

Todo esto se puede ver analizando la factura que presentamos de fecha 30 de mayo de 1871.



Pero si nos detenemos en la sintaxis interna del diseño de la factura las diferencias son, sin embargo, determinantes. Es otra generación la que coge el relevo y se dispone a pilotar la nave en estos nuevos tiempos. Ya no es un artesano emprendedor que amplía con mucha prudencia su modesto taller de cerrajería, sino un hombre de empresa que dirige con decisión un negocio consolidado y con excelentes posibilidades de futuro.

Son muchos detalles los que nos marcan esas diferencias. El primero, desde luego, y fundamental, es la "marca" de la empresa: "M. GROSSO", el nombre del propietario, con letras grandes y cuidadas, en el centro. Nada de un título genérico, aunque esté asociado a un domicilio reconocible. Es el "antes" y el "después" de una empresa familiar que decide volar alto. Una frontera sutil pero tajante, que no deja lugar a dudas.

Otro detalle significativo es el muestrario de productos y servicios de la empresa "M. Grosso". Antes era la filosofía del "buen paño en el arca se vende". Bastaba decir Taller de Cerrajería y era suficiente. Ahora no, ya no vale ese concepto, es necesario explicitar todo lo que ofrece la empresa en un mundo cada vez más competitivo. Se ha traspasado, como ya he señalado en otras entradas, la frontera entre la factura como mero documento contable a la factura con un doble papel, contable y publicitario. De esta forma, con un nombre de "marca" de fácil recuerdo en una viñeta llamativa, se enumeran, debajo de cada medalla, los productos de la empresa, en dos grupos: Maquinaria y Cerragería (sic). Algo inexistente en las anteriores facturas, pero muy importante para los nuevos tiempos.

Otro detalle significativo es el nuevo domicilio de la empresa. La Plaza de Armas es en estos momentos el nuevo "polígono industrial" de Sevilla. Su reciente urbanización ha llevado allí, al lado del río, la estación de ferrocarril y empresas pioneras como la Fábrica de Gas o la fundición de los Hermanos Portilla y White. Los Descalzos quedaban muy a trasmano, en pleno laberinto de calles del viejo casco de Sevilla. No era el lugar adecuado para una empresa de este tipo. Con acierto y con visión de futuro se traslada a ese nuevo domicilio mas acorde con las expectativas que tiene. Por supuesto recordando que antes estaba en el otro lugar. Para D. Manuel Grosso las raíces, la tradición o la historia son importantes, como señas de identidad, para acometer el futuro.

Y un último detalle que no soy capaz de interpretar, pero que me choca. En las facturas del padre, como ya he indicado en la entrada anterior, siempre se escribe correctamente la palabra "cerrajería", algo inusual en su época, porque en la mayoría de las de sus competidores la "jota" se convierte en "ge", igual que en las tiendas de tejidos que ofrecen "géneros extranjeros" ésta última palabra se escribe con "g". Es lo habitual, y hay que esperar a las últimas décadas del siglo para ver mejorar la ortografía. Sin embargo en esta factura de su hijo, al que suponemos una formación académica superior a la de su padre, se escribe "cerragería". Debe haber una explicación, pero no soy capaz de encontrarla, porque en las siguientes facturas se sigue cometiendo el mismo error ortográfico.

Tal vez sea ese afán por respetar las raíces de la tradición. El padre fue capaz de romper con ellas. Castellaniza su apellido y podía jactarse frente a sus competidores de escribir correctamente en su lengua adoptiva. El hijo no necesita, como ya he dicho, demostrar nada y por eso vuelve al origen de su apellido y a la escritura familiar y popular de la palabra "cerrajería" que no es, al fin y al cabo, más que una sección de una gran empresa: Fundición de Hierro de M. Grosso.

Para completar esta entrada recojo este encabezamiento del papel de carta de D. Manuel Grosso, hijo. Es muy significativo, porque se aparta de lo que era habitual, como ya he explicado en las entradas relativas a los sellos privados, y no utiliza ni un membrete con sus iniciales ni tampoco la reducción de la viñeta de la factura a un minúsculo tamaño. Es su nombre y, como diríamos hoy, su título académico.

En definitiva, asistimos a la eclosión de una nueva clase empresarial, con una sólida formación académica, que ahora se hace cargo de la empresa familiar.

jueves, 4 de febrero de 2010

La factura definitiva de M. Grosso

Cinco años más tarde el giro empresarial del negocio de Manuel Grosso se ve refrendado con una nueva factura que representa ya un nuevo modelo, distinto morfológicamente del anterior, heredado de su padre. Los elementos (textos y medallas) se mantienen pero el diseño ha cambiado radicalmente.

La presento en un ejemplar de 31 de marzo de 1876, el más antiguo que he encontrado. Coincide con la vuelta de los Duques a Sevilla, para la futura boda de su hija, Mª de las Mercedes. Este feliz acontecimiento hacen necesarios sus servicios en el Palacio de San Telmo para acondicionarlo adecuadamente.

Este modelo va a ser ya el definitivo, porque se mantiene hasta la desaparición de la empresa, entrado ya el siglo XX. En la próxima entrada presentaré una variante que sólo estuvo vigente dos o tres años, para volver después a este diseño. En total tuvo una vida de mas de veinticinco años, lo cual en este mundo de facturas es todo un record.



Curiosamente este modelo se parece más al de la factura de D. José Duarte, de 1857 o de 1863 (aunque ésta nunca fue utilizada como tal porque estaba incompleta, como ya la presenté). El motivo central en ambos es una cartela recta, como una barra, donde figura el nombre empresarial. De esa cartela salen unos roleos que sostienen las medallas y las unen al motivo central de una forma delicada y elegante. Todo lo demás sigue igual, incluso la palabra "cerrajería" escrita con "g". Pero desde luego la prestancia y categoría de la factura ha ganado muchos enteros con respecto a las anteriores. En definitiva, es el mejor escaparate para una sólida empresa.

Me da la sensación que tanto el padre como el hijo eran muy cuidadosos en la elección del diseño de sus facturas, y que cuidaban mucho los detalles. En este sentido es significativo que, para su nuevo modelo, Manuel Grosso, hijo, eligiera una imprenta francesa (Bregel y Javal, Paris) para su confección. No sólo se nota en el diseño e impresión sino también en la calidad del papel, algo que es difícil mostrar en la reproducción que ofrezco en la pantalla.

Sólo un detalle más. Sigue escribiendo cerrajería con "g". A lo mejor no es más que una cabezonería por alguna discusión que mantuvo con el padre y yo me estoy quebrando la cabeza. Podría ser incluso para psicoanalizarlo, porque en estos impresos de remisión de pedidos, como el que presento ahora, de 1877, se escribe correctamente.



Y para terminar esta entrada presento una factura de otra empresa del ramo que da cuenta de un encargo de D. Manuel Grosso para el Palacio de San Telmo. Es la prueba de esa nueva mentalidad empresarial. Se utiliza a esa empresa como subsidiaria, para completar o rematar algo que a ellos no les compensa acometer. Como ya he dicho son nuevos tiempos.

miércoles, 3 de febrero de 2010

El intermedio de finales de los años 80

Presento el último modelo de factura de Manuel Grosso, con este ejemplo de marzo de 1886, pero sólo fue utilizado en los años finales de la década de 1880, porque una vez que se agota la tirada se vuelve a reeditar el anterior. No debió de satisfacer el gusto del propietario.

Para este nuevo modelo se vuelve a elegir otra empresa francesa, con gran prestigio a juzgar por los clientes que tiene en Sevilla. Se trata de Genthier, Dreyfus y Cie., de París.

En cuanto al diseño de la factura en sí, los elementos siguen siendo los mismos. Inalterable toda la parte de texto: título de la empresa, domicilio, nuevo y antiguo, y enumeración de productos. Todo igual. Conserva también las medallas, pero desplazadas a un lateral. Y ocupando las dos terceras partes del encabezamiento el título de la empresa sin ningún adorno. Pero, sin embargo, este cambio le hace perder vistosidad, sin ganar nada. En definitiva, llama menos la atención y, seguramente por eso, no será reeditada. Se vuelve sin más al modelo de 1876, ya conocido, que ahora se encarga a otra imprenta francesa muy importante, la de M. Brunschwig & Cª. de Paris. En 1887 ya utilizan estas otras simultaneando con la que aquí presento.



Lo curioso sigue siendo esa pertinaz falta de ortografía en la palabra cerrajería, cuando en otros documentos de la misma empresa, como éste que ofrezo ahora, de 1885, se escribe bien. Es más, a estas alturas del siglo son cada vez más raras las incorrecciones ortográficas en las facturas. La paulatina elevación del nivel cultural se nota cada vez más, y este campo de los documentos de contabilidad no es una excepción.

martes, 2 de febrero de 2010

Las últimas facturas y la nueva empresa heredera de la de Grosso

En los años siguientes, última década del siglo XIX y los primeros años del XX, se utiliza con exclusividad el modelo de la factura de 1876, y se olvidan de la de 1886. Se ha encargado a la empresa M. Brunschwig & C. de París, como se puede leer en este ejemplo del año 1896.



Igual sucede al comenzar el siglo XX. Ya no hay más variaciones porque debe ser casi una factura emblemática para la empresa. Este nuevo ejemplo es de 1902 y en él ya no figura la imprenta que lo realiza.

Y la palabra cerrajería sigue escrita con "g".



Pero en la fecha de 1910 la empresa ha pasado ya a otras manos, aunque ignoro en qué momento exacto. Los nuevos propietarios son Chico, Fuentecilla y Cª, nombre de esta razón social que se presenta como "Sucesores de M. Grosso - Fundición", demostrativo, aunque no hace falta indicarlo, del prestigio e importancia adquirido por aquel "Taller de Cerrajería" de D. Manuel Groso, padre, continuado por su hijo, Manuel Grosso. Son, por tanto sus herederos, pero de ellos no conservamos en el Archivo más rastros y nada puedo añadir.



De todas formas si quiero manifestar el valor simbólico para este blog de mostrar la primera factura escrita a máquina, símbolo propio de los nuevos tiempos del siglo XX. Así, en esta serie, hemos podido ver las primeras facturas escritas totalmente a mano, luego realizadas con labores muy sencillas de imprenta primero, y más tarde con procedimientos litográficos más complejos. Y ya, en el pasado siglo, con color y mecanografiada.

Y la palabra cerrajería está escrita correctamente.

lunes, 1 de febrero de 2010

Los sucesores de Aspe y Duarte

Para concluir esta larga serie, quiero mostrar la otra cara de la moneda, es decir la empresa del Sr. Duarte. Tuvo un destino diferente, por lo menos en sus relaciones con la familia de los Duques de Montpensier, que es lo que yo puedo conocer y estudiar en el Archivo. Los encargos son contados y las facturas expedidas me dejan muy poco margen para averiguar algo.

A partir de ésta que presento ahora, del año 1888, puedo saber que se ha deshecho la asociación con el Sr. Aspe y que ha fallecido D. José Duarte. Los propietarios son su viuda e hijos. Sigue en la calle Adriano, pero en los números 36 y 38, mientras que en la anterior estaba en el número 3.

Por lo demás es idéntica a la que ofrecí en la entrada correspondiente, del año 1869. Es una empresa que, como su mismo nombre indica, "La Agricultora", está especializada en los aperos de labranza fundamentalmente.



No hay mas rastros de esta empresa en el Archivo hasta que en 1903 encontramos ésta que conserva el nombre, "La Agricultora", pero que pertenece a D. Ricardo García Maraver, ingeniero industrial, como se titula y que es un signo de estos nuevos tiempos como vimos con D. Manuel Grosso. Su domicilio no está en Adriano (antiguo Baratillo) sino en las calles Crédito y Calatrava, formando esquina, al final de la calle de Jesús del Gran Poder.

Poco más se puede decir de la lectura de esta factura, salvo que el cliente pertenece a la siguiente generación de los Duques de Montpensier. En concreto es para D. Antonio de Orleans Borbón, su hijo, que ha recibido en herencia las propiedades de Sanlúcar de Barrameda, de donde se ha hecho el encargo.

viernes, 15 de enero de 2010

Otras imágenes corporativas: sellos privados.

Después de hacer la serie sobre la Imagen corporativa del Ayuntamiento de Sevilla, pensé que podría enriquecerla si incorporaba sellos o membretes de particulares o de asociaciones, pues los hay en cantidad y variedad. De esta forma podría ser un contrapunto para esta historia visual a través de las imágenes características de comercios, instituciones y, ahora, particulares.

En esta primera entrada voy a presentar ejemplares diversos, para ver las distintas variedades, mientras que en las siguientes me concretaré en dos personas muy representativas, cada una en su ámbito, para examinar la evolución en el tiempo de estos sellos.

Estos membretes o sellos de particulares son, en muchos casos, reflejo de la personalidad del individuo que los utiliza, como si fueran pequeños tatuajes del tiempo impresos. Por este motivo siempre me han apasionado esos pequeños sellos destinados a ilustrar el papel de carta. En apariencia insignificantes, son fiel reflejo de la persona, de la época y de la tecnología correspondiente al medio usado en cada caso.

Así voy a presentar ejemplos diversos, procurando que sean representativos de los distintos modelos existentes en esta segunda mitad del siglo XIX, aunque la selección es muy complicada porque son tantos y tan interesantes los que existen en la correspondencia del Archivo que elegirlos me resulta difícil. Lo que voy a intentar es que a través de los sellos elegidos se puedan ver las modas, usos y costumbres, las innovaciones técnicas, el rango de la persona, hasta la personalidad de quien los utiliza, etc.


Modelo 1.

Este es el primer modelo que presento, el que utiliza el nombre completo. No es el más frecuente en los sellos impresos, aunque sí en los sellos secos. He elegido éste del banquero sevillano J. M. Adalid, de una carta de 1858, con un magnífico adorno alrededor, propio del pendolismo caligráfico.

Como complemento de éste añado un segundo ejemplo porque junto con su sello propio, la cruz roja de Calatrava, en el centro del papel de carta, añade el nombre completo y además el domicilio. Es él único que he encontrado con estas características en el Archivo, algo que en el siglo XX se hará de forma habitual en el papel destinado a la correspondencia, es decir la inclusión de la dirección. Es del abogado sevillano Fernando Barón, del año 1897 y ya están cerca los nuevos tiempos. Lo ofrezco completo para poder percibir las proporciones reales.



Modelo 2.


Pero lo corriente, como ya he avanzado, son los membretes con las iniciales del nombre y los apellidos, más o menos entrelazadas. Es el segundo modelo de sellos y he elegido el de Basilio del Camino, propietario de una de las tiendas más representativas de la Sevilla de la segunda mitad del siglo XIX. Pertenece a una carta de 1871.



El grado de entrelazamiento de las iniciales puede ser mucho mayor. Como ejemplo presento este sello de Ignacio de Arteaga, en una carta procedente de Madrid (1871), donde son muy frecuentes este tipo de membretes, según lo que he podido ver en el Archivo. Ofrece además un detalle que no hemos visto en las anteriores y es la corona de su rango nobiliario. Las iniciales deben corresponder a ese título que, si no me equivoco, es el de Conde de Peñaflor.


En este modelos es muy frecuente entrelazar las letras de forma que una esté en posición vertical y la otra horizontal. El resultado en general no me resulta adecuado estéticamente, pero ya se sabe que sobre gustos no hay nada escrito. El ejemplar que presento es el del gobernador y, más tarde, alcalde de Sevilla, Joaquín Auñón (1866). A simple vista resulta algo gratuito, sin sentido y como descoyuntado. Vuelvo a presentar la carta a su tamaño completo para no perder la perspectiva de lo que estamos examinando. El papel es del tamaño real de una media cuartilla.


Más elegante me parece esta solución del membrete del antiguo gentilhombre del Duque, el marqués del Moscoso, en una carta de fecha 1881, que también presento completa. Las dos "M" del título se cruzan en aspa formando un elegante conjunto con la corona nobiliaria.
En esta carta se recoge el signo de luto con ese encuadre en negro del papel. Era algo que ya se me había olvidado de verlo en mi infancia. Esos papeles tan negros y tan frecuentes que me llamaban tanto la atención. Por cierto que esa tinta deteriora bastante el papel si no es de buena calidad. Así, deshechos por los bordes, encuentro muchos en el Archivo.



Modelo 3.


Un tercer modelo de membrete es el híbrido de iniciales grandes y, dentro de ellas, el nombre completo, con unas letras minúsculas. Es más frecuente de lo que yo imaginaba. Lo que sucede es que no te das cuenta y en muchos casos pasan desapercibidos. El ejemplo que ofrezco es de otro comerciante sevillano, especializado en tejidos de seda, Tomás de la Calzada y Rodríguez (1871), también de la calle Francos.



No menos interesante es este ejemplar en el que las letras I.C. contienen el nombre de Ildefonso (en la I) y Calderón (en la C).
Un detalle curioso: la fecha está escrita de una forma que no la he visto en ninguna otra ocasión: "Sevilla 28 Marzo 882".
También tiene el marco negro de luto.



Para terminar con otro ejemplo de este modelo incluyo un sello femenino. Tiene sus iniciales, que corresponden con el nombre de la mujer, Adela Fraga, y, en el centro, "de Suarez". Es la esposa del diputado y abogado de los Duques, Diego Suarez. Pero el detalle que quiero destacar es la posición del sello de forma oblicua en el ángulo superior izquierdo. Sólo esto, tan simple, lo hace distinto a todos los demás.
Por cierto que si en el mundo de las facturas, como ya he advertido en otra entrada, la mujer apenas aparece, en este de la corresondencia privada tiene su parte muy importante e interesante, con sellos muy personales.



Modelo 4.


Un cuarto modelo de sello está relacionado con el anterior por la tipología, al incluir palabras en letras minúsculas y, a la vez, con la tradición nobiliaria, porque esto permite introducir la divisa o lema de la familia. Este primero que presento es muy conocido y representativo, porque pertenece al Duque de Veragua, con la famosa divisa "A Castilla y a León nuevo mundo dio Colón".


Este otro sello está presente en una carta de D. Andrés Parladé, de 1884, y es muy complejo, con varios elementos diferentes, que, por mi desconocimiento, no puedo identificar. Pero si puedo leer las dos divisas que contiene: "Después de Dios la casa de Quirós", es una, y "A guiar por más valer", la otra.



Este tercer sello del mismo modelo también es de la Casa de Quirós, por lo que podemos leer alrededor de la letra "I". Pertenece a una carta escrita y firmada por Mª Cristina Muñoz, de Quirós, en 1883. De nuevo contiene la divisa "Después de Dios la casa de Quirós".






Modelo 5.

El quinto modelo de sello, y último por ahora, es el que está relacionado con una razón comercial. Su tipología es muy distinta del sello privado porque suele ser el preámbulo o la continuación de la factura, y, por lo tanto repite el esquema de ésta. Es lo que podemos ver en esta carta de J.P. Bunout, del que ya conocemos, de una entrada anterior, sus distintas facturas.




Pero no siempre esto es así, como se puede observar en este sello de la razón comercial sevillana, a pesar de sus nombres ingleses, "Cahill, White y Beck", más parecido a uno de la correspondencia privada, que a la de negocios. Seguramente es el destinado a las relaciones de esta empresa con Gran Bretaña, por el significativo detalle de escribir "Seville" en el centro del círculo.



Pero en este mundo de los sellos en cualquier lugar puede saltar la sorpresa. Por eso presento este ejemplo de un comercio francés cuyo sello es lo más parecido a un ex-libris, por el diseño utilizado. La verdad es que es el más adecuado al tipo de negocio de que se trata, una importante librería de París.




Contrapunto de éste puede ser el membrete de una carta del joyero de Sevilla, Manuel González de Rojas, en la que se reduce al mínimo posible el dibujo de su propia factura, que ya presenté en una entrada anterior (de julio 2009, correspondiente a la modista Vicenta Carballo). Es curioso que, aún siendo muy pequeña, aparece la firma del impresor que, en este caso, ya es muy conocido en este blog, porque se trata de D. Carlos Santigosa.



Como dije al principio son muchísimos los ejemplos que podría poner sacados de la correspondencia conservada en el Archivo, pero sería para hacer otro blog sólo sobre este tema, teniendo en cuenta además que, en esta primera entrada, he dejado sin recoger los sellos en seco, de los que existen muchos, porque hay que escanearlos con mucha resolución para que, luego, puedan verse en la pantalla del ordenador.

jueves, 14 de enero de 2010

Rafael Esquivel y sus sellos (1)

En la primera entrada hemos visto los distintos modelos de sellos y sus variedades, de una forma somera, porque, como ya he dicho, hay infinidad de ellos en la correspondencia conservada en el Archivo. En las próximas me voy a detener en los de dos personas concretas elegidas por distintos motivos. La primera es Rafael Esquivel Vélez, hombre importante en la Sanlúcar de Barrameda de mediados del siglo XIX, que facilitó el aterrizaje de los Duques de Montpensier en su ciudad y con los que mantuvo una magnífica relación. Fruto de ella es una abundante correspondencia a lo largo de las décadas de 1850 y 1860, de la que hemos podido extraer los sellos que ofrezco en esta entrada y que nos permiten estudiar la evolución de esos pequeños tatuajes de la historia doméstica.

A través de sus cartas podemos conocer a D. Rafael Esquivel como una persona locuaz, llana, que en sus relaciones con los Duques sabe estar en su sitio y marcar las distancias. No es su empleado, por eso mismo usa su propio papel de carta con su sello, y a través de esa correspondencia nos informa de muchas cosas que, cualquier otra persona al servicio del Palacio, nunca se atrevería a hacer.

Este breve perfil nos sirve para comprender la variedad de sellos que utiliza a lo largo de esos veinte años de correspondencia. Debía de charlar por los codos igual que escribía y así gasta el papel de carta y tiene que encargar que le hagan más, casi anualmente. De esta forma se puede ofrecer una panorámica de la evolución de estos sellos, en un periodo de tiempo concreto, algo que no se puede hacer con nadie más, porque nadie escribe tanto como él, y cuando lo hacen son empleados del Duque que utilizan el papel timbrado del Palacio.

Como son muchos los sellos los he agrupado, haciendo una composición, para poder ver la evolución. Así en la década de 1850 lo típico es el sello en seco, en relieve, muy sencillo. Como se puede ver el nombre y nada más. Debajo de cada uno he indicado la fecha en que comienza a utilizar ese papel timbrado.



Este modelo sencillo se complementa con el primero de los que muestro a continuación. Más solemne y elegante, y muy bonito, en definitiva.

Y ya a partir de 1859 se inclina por este tipo de sello, más barroco y elaborado, abandonando el modelo anterior, como podemos observar por las fechas que figuran en cada uno.



Este proceso lo he podido observar en otras correspondencias, incluso en la de los propios Duques. Son muy raros en estos años los sellos impresos, aunque ya se encargan y, por supuesto, los Duques los tienen. Pero lo normal es el sello en seco. Por eso presento los tres modelos que he localizado del abogado sevillano, Diego Suarez, que mantiene, por motivos profesionales, una correspondencia fluida con el Palacio y que nos pueden servir para comprobar esta tendencia. De su esposa, Adela Fraga, he mostrado ya su sello en la primera entrada de esta serie.




Estos sellos son, respectivamente, de 1852, 1853 y 1855.

Por si quedara dudas de la utilización de estos sellos en seco ofrezco uno del Ministerio de Hacienda de estos mismos años.

martes, 12 de enero de 2010

Rafael Esquivel y sus sellos (2)

En la década de 1860 se debieron generalizar ya el sello o membrete impreso y a color. D. Rafael no se priva de este gusto y sus cartas se decoran con unos vistosos juegos de letras. Sus iniciales, "R" y "E", en paralelo, entrelazadas o acodadas, son las protagonistas de estos membretes. Es la colección que presento ahora. Seis juegos diferentes, cada uno señalado con la fecha en que se comienza a utilizar.



Del último juego de letras debió encargar un montón y para darle variedad se hicieron en colores diferentes de los que presento otra colección, con el año también de su utilización, pero en este caso debía de haber puesto mejor el mes, porque se agotan rapidamente. Estamos en unas fechas en las que se palpa la posibilidad de un nuevo rey para España, el Duque de Montpensier, con un fuerte arraigo sanluqueño. Los proyectos de D. Rafael Esquivel Vélez en Sanlúcar son frenéticos y su pluma no debía de dar abasto.

lunes, 11 de enero de 2010

Los sellos de Isabel II (1)

Si he presentado los sellos de D. Rafael Esquivel Vélez, entre 1850 y 1870, quiero ahora presentar los de otro personaje completamente diferente: la propia reina, o ex-reina, Isabel II, hermana y cuñada de los Duques, justo a partir de esa fecha de 1870, exiliada en Francia, despues de su derrocamiento en 1868.

Son los membretes que lleva la correspondencia particular de Isabel II a su hermana Luisa Fernanda o a su cuñado, Antonio de Orleans, que fue tan importante en la década de los años 70 por las graves desaveniencias que hubo entre ellos, primero, y el acuerdo posterior para la boda de sus hijos.

El primer ejemplo de sello es éste, con variaciones según el color utilizado. El modelo lo presento primero en una carta de 1875 para que se compruebe su tamaño.



Ahora ya lo podemos ver en grande para comprenderlo bien. Es una flor de lis, símbolo de los Borbones, con la corona real, y en las hojas el nombre de Ysabel (así le debía gustar escribir, con "y" griega) en una, y en la otra Borbón. Está impreso con tinta negra y pertenece a una carta de 1871.


Los siguientes sellos son ya de distintas fechas del año 1872. En éste y el siguiente se utiliza el color, con predominio del dorado.



Son idénticos salvo en el color de fondo utilizado. En el de arriba rojo oscuro, y en el de abajo violeta claro.



Y la última variante de este modelo es este sello en seco de finales de 1872.



Por cierto que el mismo modelo es el utilizado por su hijo Alfonso, el futuro rey, como en esta carta de 1873, dirigida a su "querido tío", el Duque de Montpensier, el padre de su futura esposa. Es la prueba de que ya está en marcha la solución de las pasadas turbulencias familiares.