viernes, 5 de febrero de 2010

Manuel Grosso: Fundición de Hierro

Ahora es el momento en que aparece en primer plano el hijo de D. Manuel Groso, es decir Manuel Grosso, con su propia factura. La primera de la nueva etapa de esta empresa.

Yo se que todo esto puede parecer una historia que me estoy inventando, porque mis únicas pruebas documentales son unas simples e insignificantes facturas. Pero la lectura detenida de la parte impresa de cada una nos ofrece datos muy significativos que, junto con otros datos (por ejemplo, las firmas) me permiten validar mis hipótesis.

En primer lugar, está claro que aparece una nueva generación, de ahí esa doble "ese" para distinguirse del padre. No hay ruptura sino continuidad, pero con su propia personalidad. No tiene sentido que a estas alturas D. Manuel Groso recuperase una forma olvidada de escribir su apellido. Él lo había castellanizado tal y como era pronunciado. Es algo lógico en un proceso de integración de las familias que proceden de la emigración. Lo vemos en muchos otros casos. Pero para el hijo es algo distinto y tiene sentido. Sin necesidad de romper con el padre marca su identidad al recuperar la raíz italiana. Él no necesita ya demostrar su plena integración en la sociedad sevillana y esa doble "ese" lo personaliza y distingue mejor. Además, como hombre de empresa, sabe que en esta nueva aventura un nombre foráneo da una determinada aureola, un caché especial al negocio.

En todo lo demás sólo hay, por lo menos aparentemente, continuidad. Es la coronación de la empresa iniciada por el padre para convertir un tradicional taller de cerrajería en toda una Fundición de Hierro con múltiples servicios. Como ya he advertido en otra entrada el padre debió tener el apoyo del hijo en la arriesgada aventura empresarial iniciada en la asociación con D. José Duarte. La prueba es que en aquella factura ya aparecieron unidos "Groso e hijo". No sería extraño, por otra parte, que el hijo fuera incluso el cerebro gris de esta operación.

Esta continuidad también la vemos perfectamente en la misma factura. La morfología de ésta no ha cambiado en nada con respecto a la última del padre. Los dos juegos de medallas a un lado y otro de los datos esenciales de la empresa. Aunque se haya trasladado el domicilio (Plaza de Armas), se recuerda el antiguo (en los Descalzos), para no dejar lugar a dudas.

Todo esto se puede ver analizando la factura que presentamos de fecha 30 de mayo de 1871.



Pero si nos detenemos en la sintaxis interna del diseño de la factura las diferencias son, sin embargo, determinantes. Es otra generación la que coge el relevo y se dispone a pilotar la nave en estos nuevos tiempos. Ya no es un artesano emprendedor que amplía con mucha prudencia su modesto taller de cerrajería, sino un hombre de empresa que dirige con decisión un negocio consolidado y con excelentes posibilidades de futuro.

Son muchos detalles los que nos marcan esas diferencias. El primero, desde luego, y fundamental, es la "marca" de la empresa: "M. GROSSO", el nombre del propietario, con letras grandes y cuidadas, en el centro. Nada de un título genérico, aunque esté asociado a un domicilio reconocible. Es el "antes" y el "después" de una empresa familiar que decide volar alto. Una frontera sutil pero tajante, que no deja lugar a dudas.

Otro detalle significativo es el muestrario de productos y servicios de la empresa "M. Grosso". Antes era la filosofía del "buen paño en el arca se vende". Bastaba decir Taller de Cerrajería y era suficiente. Ahora no, ya no vale ese concepto, es necesario explicitar todo lo que ofrece la empresa en un mundo cada vez más competitivo. Se ha traspasado, como ya he señalado en otras entradas, la frontera entre la factura como mero documento contable a la factura con un doble papel, contable y publicitario. De esta forma, con un nombre de "marca" de fácil recuerdo en una viñeta llamativa, se enumeran, debajo de cada medalla, los productos de la empresa, en dos grupos: Maquinaria y Cerragería (sic). Algo inexistente en las anteriores facturas, pero muy importante para los nuevos tiempos.

Otro detalle significativo es el nuevo domicilio de la empresa. La Plaza de Armas es en estos momentos el nuevo "polígono industrial" de Sevilla. Su reciente urbanización ha llevado allí, al lado del río, la estación de ferrocarril y empresas pioneras como la Fábrica de Gas o la fundición de los Hermanos Portilla y White. Los Descalzos quedaban muy a trasmano, en pleno laberinto de calles del viejo casco de Sevilla. No era el lugar adecuado para una empresa de este tipo. Con acierto y con visión de futuro se traslada a ese nuevo domicilio mas acorde con las expectativas que tiene. Por supuesto recordando que antes estaba en el otro lugar. Para D. Manuel Grosso las raíces, la tradición o la historia son importantes, como señas de identidad, para acometer el futuro.

Y un último detalle que no soy capaz de interpretar, pero que me choca. En las facturas del padre, como ya he indicado en la entrada anterior, siempre se escribe correctamente la palabra "cerrajería", algo inusual en su época, porque en la mayoría de las de sus competidores la "jota" se convierte en "ge", igual que en las tiendas de tejidos que ofrecen "géneros extranjeros" ésta última palabra se escribe con "g". Es lo habitual, y hay que esperar a las últimas décadas del siglo para ver mejorar la ortografía. Sin embargo en esta factura de su hijo, al que suponemos una formación académica superior a la de su padre, se escribe "cerragería". Debe haber una explicación, pero no soy capaz de encontrarla, porque en las siguientes facturas se sigue cometiendo el mismo error ortográfico.

Tal vez sea ese afán por respetar las raíces de la tradición. El padre fue capaz de romper con ellas. Castellaniza su apellido y podía jactarse frente a sus competidores de escribir correctamente en su lengua adoptiva. El hijo no necesita, como ya he dicho, demostrar nada y por eso vuelve al origen de su apellido y a la escritura familiar y popular de la palabra "cerrajería" que no es, al fin y al cabo, más que una sección de una gran empresa: Fundición de Hierro de M. Grosso.

Para completar esta entrada recojo este encabezamiento del papel de carta de D. Manuel Grosso, hijo. Es muy significativo, porque se aparta de lo que era habitual, como ya he explicado en las entradas relativas a los sellos privados, y no utiliza ni un membrete con sus iniciales ni tampoco la reducción de la viñeta de la factura a un minúsculo tamaño. Es su nombre y, como diríamos hoy, su título académico.

En definitiva, asistimos a la eclosión de una nueva clase empresarial, con una sólida formación académica, que ahora se hace cargo de la empresa familiar.

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