domingo, 7 de junio de 2009

Cahill, White y Beck



Aprovecho esta entrada para presentar una factura del año 1848 de "Cahill, White y Beck" que puede servirnos para comprobar lo que ha cambiado en la Sevilla de mediados del siglo XIX, sólo con compararla con la de White de 1854. Seis años distan entre la rudeza y torpeza de una y la elegancia y cuidado de la otra. Por eso puede ser todo un símbolo, bien representativo, de cómo está surgiendo una nueva clase empresarial. De este "Almacén General de Madera, Hierro y otros" (curioso el hecho de que al imprimir la factura parece que no sabían de qué iba a ser el almacén y lo dejan en blanco para rellenar a mano) surgirá la "Fundición de White", que ya hemos visto, y el "Almacén General de Maderas" de D. Lucas Beck, empresa que, por cierto, tiene otra factura magnífica, fechada en 1854, el mismo año de la de su antiguo socio White.
Es significativo observar el trabajo de la imprenta y comprobar que las tres primeras letras de White no están bien alineadas, algo inaceptable para cualquier empresa que se precie, o que es almacen de madera e hierro y vende .... carbón. Pero aquí están las semillas de lo que muy pronto van a ser nuevas e importantes empresas.
Otro dato puedo aportar en este mundo de facturas. En el Archivo también hay muchas procedentes de Cádiz con las que podemos compararlas. Las de esta ciudad demuestran la importancia de la tradición comercial gaditana y, las de estos años de mediados del siglo XIX, tienen una calidad muy superior a las de Sevilla. Incluso comercios de pequeñas poblaciones, como el Puerto de Santa María (donde los Duques de Montpensier pasaron su primer verano), encargan sus facturas a imprentas de la capital y sorprenden por su diseño y confección.

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